lunes, 27 de julio de 2015

The Gurus - Espacio abierto

La banda sonora de este mes de julio que ya está en su recta final ha sido “Espacio abierto” el nuevo disco de los Gurus.

Con este último trabajo vuelven al pop más intemporal con el que iniciaron su carrera recogiendo la esencia del mejor merseybeat británico de los años 60 y volcándolo en un sonido actual y a la vez muy nuestro.

Entre los temas de este disco, por citar solo unos pocos ya que todos son muy buenos, destacaría “Subterfugios” con una letra que escuchándola ahora me produce una sonrisa pero que años atrás quizá me hubiera hecho tener otro tipo de sensaciones. :-)

“Bye Bye love” es el single que se hubiera lanzado para promocionar este disco si hoy en día todavía existieran los singles. Pop ultravitaminico con unos coros y una potencia tremendos.

En “Bad promises from yesterday” me recuerdan a los Shakers de “La conferencia del Toto’s Bar”, una balada de esas que te recuerdan a ese tipo de canciones que ya no se hacen.

“Hay un lugar” es una canción que probablemente John Lennon hubiera compuesto si en lugar de desayunar copos de avena con leche en aquel Liverpool de postguerra hubiera nacido aquí y se tomara para desayunar unos tacos de jamón acompañados de una copa de vino tinto. Imaginaos a Gabinete Caligari tocando en el Cavern de Liverpool el mejor tema que nunca compusieron.

Pero la canción que me ha ganado totalmente es este “Quiero escuchar tu voz”, guitarras “ticket-to-rideanas”, una melodía llena de optimismo y un estribillo que eleva los niveles de oxitocina hasta el infinito y más allá. Una canción que homenajea al verano y a todo lo bueno que lleva consigo como nadie había hecho nunca antes. En definitiva como dice la propia canción “no se puede hacer mejor”.

Si queréis descubrir a un grupo que rebosa creatividad y genio aquí tenéis a The Gurus, no os perdáis ninguno de sus conciertos y sobretodo dadle una oportunidad a este “Espacio abierto” a pesar de su portada un tanto sombría es un disco tan luminoso que necesitareis poneros gafas de sol para escucharlo. :-)

martes, 8 de marzo de 2011

Cisne negro


Cada cierto tiempo se pone de moda una película que rápidamente se convierte en la sensación del momento. Hace unos años esto ocurrió con “El Sexto sentido” y en 2011 le ha llegado el turno a “Cisne negro”.

De modo que, dado el autobombo mediático en prensa, televisión y anuncios publicitarios y los comentarios y recomendaciones de varios amigos, finalmente decidí verla.

Una vez se desvaneció el eco de la banda sonora y la interminable lista de títulos de crédito finales se convirtió en un rectángulo negro en la pantalla sólo os puedo decir una cosa: si os gustan los thrillers psicológicos con elevadas dosis de tensión y elegancia, si lo vuestro son los guiones trabajados con un desarrollo de la trama que sacuda vuestras emociones más profundas y viscerales, si os entusiasman las interpretaciones que desbordan carácter y estilo, en definitiva, si queréis ver una película que os deje un gran impacto meses después de haberla visto... esta no es vuestra película.

Todavía no entiendo como la mayoría de la crítica se ha volcado con esta película, ensalzándola por todos sus valores artísticos y su ingenioso argumento, algunos hasta la califican de obra maestra y aseguran que debería haber arrasado en la entrega de los Oscar.

Obviamente respetó profundamente todas las opiniones, del mismo modo que espero que se respete también la mía, pero “Cisne negro” es una película lenta, aburrida, predecible y que no aporta absolutamente nada al género del thriller (o lo que anteriormente llamábamos películas de suspense, aunque ahora sea más cool poner términos ingleses cada dos frases que pronunciamos).

Es más cuanto leo que hay quien la considera una obra maestra y afirma furibundo que quien no lo vea así es que no entiende de cine me gustaría preguntarle qué otras películas considera como obras maestras.

Una obra maestra te tiene que cautivar desde sus primeras imágenes y “Cisne negro” se inicia con una sucesión de diálogos y escenas interminables que hacen avanzar a duras penas la trama argumental. Una trama argumental tantas veces reciclada en el género fantástico que ya apenas sorprende. Incluso las escenas de alto contenido erótico están metidas con calzador y parece que su único objetivo es mantener despierto al espectador.

La interpretación de Natalie Portman como el virginal cisne blanco es esplendida. Sin duda alguna, la actriz aporta ese aire de credibilidad que toda película que se precie debe de conseguir desde el primer momento pero cuando debe interpretar en la obra el papel de cisne negro no acaba de cuajar y su interpretación, a pesar de esas miradas que trata de imponer ante la cámara cargadas de perversidad, nos dejan vislumbrar más bien un cisne cabreado en lugar de un cisne oscuro y tenebroso.

El resto de actores, como Vincent Cassel o Mila Kulins, están correctos en su papel a excepción de la excepcional Barbara Hershely que hace un papel genial como la abnegada madre de la bailarina y de hecho en algunos planos y secuencias le roba todo el protagonismo a Natalie Portman.

Es muy probable que la elección de Barbara Hershely por parte de Darren Aronofsky, el director de Cisne negro, para este papel no fuera casual ya que esta actriz fue la protagonista de una película mítica del cine fantástico titulada "El ente" y que tiene bastantes paralelismos con "Cisne negro" (no en la forma pero si en el fondo).

En definitiva, que con esta película he recorrido casi toda la escala cromática en cuestión de horas. Me quedé blanco cuando terminó "Cisne negro" pensando cómo era posible que una película tan gris pudiera tener tanto éxito, de modo que creo que mi deber es ponerla verde para advertir a quien no la haya visto todavía de que es una película excesivamente sobrevalorada.

Y a quien crea que esta película es el no va más en cuestión de personajes atormentados al borde del abismo les recomiendo que vean la película de Roman Polansky “El quimérico inquilino” esa sí que es una obra maestra.

lunes, 7 de marzo de 2011

Hotel modernista

Este imponente edificio fue a principios del siglo pasado un hotel que presentaba unos interesantes motivos ornamentales en sus estancias y patios. Posteriormente fue reconvertido en una casa de colonias y finalmente fue abandonado a su suerte.

A pesar de los años transcurridos desde su inaguración pasear por entre sus habitaciones derruidas sigue causando la misma mezcla de admiración y asombro que probablemente causó a los viajeros que se alojaron allí tiempo atrás dejando el bullicio de la gran ciudad y buscando un poco de descanso y paz.




Estas botas estaban hechas para caminar.



Los dibujos infantiles que se ven en las paredes corresponden a la etapa en la que el hotel pasó a ser una casa de colonias.



Una de las terrazas del hotel con vistas espectaculares a la montaña.



Desde el exterior el cartel del hotel esta tapado con una chapa metálica pero desde su interior podemos todavía ver el rotulo original.






Las enormes cocinas donde se preparaban los platos más delicados.



Esta habitación probablemente hacia las funciones de comedor.



Otra de las terrazas con un bonito banco de mosaico.



Puerta de acceso al interior del comedor con una interesante decoración.









Junto al hotel habia una serie de viviendas que quizá servían para alojar a los empleados de este establecimiento hotelero.






La cocina de hello kitty.



Un puzzle que ya nadie completará.



El hotel contaba con un profundo y oscuro pozo. Al fotografiarlo e iluminarlo con la linterna su interior no me llamó demasiado la atención pero al ver más tarde la foto en casa me fije que en el extremo inferior izquierdo parece que se vea un rostro con una especie de máscara tipo Jason mirando fijamente a la cámara.



Obviamente se trata de un simple caso de pareidolia aunque la imagen que se ve no deja de ser inquietante.



viernes, 31 de diciembre de 2010

Baterías antiaéreas del Carmelo

La guerra civil desgarró nuestro país en 1936 al dividirlo en dos bandos con posturas irreconciliables y aunque terminó en 1939 todavía los ciudadanos de a pie seguimos teniendo secuelas de aquel terrible conflicto bélico que enfrentó a las dos Españas, muchas veces agravadas por políticos irresponsables que siguen provocando enfrentamientos ideológicos en lugar de buscar soluciones económicas, sociales y laborales para problemas más acuciantes en estos momentos de crisis.

En lo alto del Turó de la Rovira en el barrio del Carmelo se construyó en junio de 1937 una serie de baterías antiaéreas para defender Barcelona de los ataques de los aviones del bando nacional que bombardeaban con sus rápidas incursiones la ciudad condal.

La batería contaba con varios cañones Vickers de 105 milímetros fabricados en Gran Bretaña en 1923 y cuyos disparos podían alcanzar distancias de entre 7 y 13 kilómetros.

Tras la guerra el lugar quedó abandonado y sus bunkers e instalaciones fueron aprovechados por los inmigrantes que utilizaron aquellos muros desolados como precarias viviendas. Con el tiempo y las sucesivas oleadas de inmigración se fueron construyendo más barracas alrededor de las baterías hasta que en los años 80 sus habitantes fueron realojados por el ayuntamiento a viviendas mas dignas y el lugar fue lentamente invadido por los escombros y la maleza.

Todavía hoy se pueden ver junto a los restos de las baterías fragmentos de paredes o suelos embaldosados que recuerdan que años atrás en aquel lugar inhóspito vivieron familias enteras a las que las instituciones de aquellos años abandonaron a su suerte por el mero hecho de ser pobres.

En la actualidad las baterías del Turó de la Rovira están siendo rehabilitadas por el ayuntamiento y el museo de historia de Barcelona para convertir ese espacio en un testimonio que mediante placas y rotulos descriptivos explique a las nuevas generaciones cómo fue aquella terrible guerra que asoló nuestro país hace ya tantos años y evitar que no se vuelva a repetir algo similar nunca más.




En este lugar estuvo destinado el escritor Joan Perucho para realizar labores de vigilancia cuando solo contaba con 17 años de edad.
















































Pasadizos oscuros cubiertos actualmente de basura en espera de ser acondicionados por el Ayuntamiento de Barcelona.











El lugar tiene unas vistas imponentes de la ciudad de Barcelona a 261 metros sobre el nivel del mar.



A pesar de su pasado bélico la paz que actualmente se respira en este lugar y la suave brisa mediterranea lo convierten en el lugar ideal para llevar a tu pareja a contemplar una espectacular puesta de sol con Barcelona como telón de fondo.



Esa interminable calle que parece un río de lava debido al juego de luces que provocan los coches y la iluminación urbana corresponde probablemente a la calle Marina o a una de sus calles adyacentes.



Entrada a uno de los bunkers.









En algunas zonas todavia se pueden ver restos de baldosas y azulejos que recuerdan que hasta la década de los 80 la zona estuvo ocupada por diversas barracas.